Como dicen: un hervidero humano. Una ola de personas de todo el mundo hacía una caminada en redondo, en una vía, para recorrer las calles más
representativas del barrio chino, donde se celebraba con estridencia el Año Nuevo.
No era fácil moverse. Tomar una foto resultaba un reto y grabar, casi imposible. Uno marchaba empujado por la multitud, se detenía por momentos en algún claro al pié de un edificio,
No era fácil moverse. Tomar una foto resultaba un reto y grabar, casi imposible. Uno marchaba empujado por la multitud, se detenía por momentos en algún claro al pié de un edificio,
Después, a lo largo de la jornada y en todos los restaurantes del barrio chino y de las calles adjuntas, el público hacía fila con paciencia para almorzar. La cocina también andaba de celebración. Y nosotros no pudimos faltar al rito. Nos reunimos en una mesa Roter, el guía taiwanés, Sabela, Karl, Claudia y yo. Fue un pequeño banquete seleccionado por Roter -un nombre para los pobres occidentales- del que apenas quedan los sabores y las fotos.
Después, cada hora, hubo un espectáculo de juegos artificiales, de los que al principio no veía sino el humero, pero a medida que iba cayendo el sol se volvían visibles y hermosos.
1 comentario:
un poquito apeñuscados los textos a la fotografía, pero se ve super bacano tanto color despues de tanto ojo grisaceo. Ojalá puedan asomarse a algun conciertico.
Publicar un comentario