jueves, 3 de julio de 2008

Se fue oscureciendo la casa

Floreció justo días antes de irnos de Wansworth. Sembrarlas fue un choque con Lee.


Hace ocho días cambiamos de cuarto por tercera vez.

Los trasteos son hartos cuando arrastran incertidumbres Y uno aquí, en esta ciudad y en esa materia, no está seguro nunca. La oferta es grande pero los precios son altos, extremos para las economías hogareñas del tercer mundo.

Nos fuimos aburriendo en la casa de Wandsworth sobre todo por la cantidad de gente y la presión sobre los baños. Diez personas para dos “toilets” y una ducha. Y por la actitud grosera de la pareja de japoneses, del par de polacos –todos en el

segundo piso con nosotros- y con ciertas actitudes mandonas del “landlord” o administrador de la casa, Lee, el coreano.

Eso coincidió con que Sabela, la amiga española, pensaba quedarse en Londres hasta diciembre. Incluso, con que otras estudiantes españolas, mas Andryo –el compañero indonesio- podrían sumarse a nosotros para buscar entre todos una casa. Esa fue la primera idea. Así tendríamos nuestras propias reglas.

Pero los planes se fueron desbaratando. Sabela se fue para Galicia porque se presentó a una convocatoria para trabajar como cooperante en Bolivia y quiere estar en casa este tiempo. Y sus amigas se dispersaron. Y Andryo no quería vivir muy hacia el centro. Le gusta cerca de la Uni, por Kingston. Así que, como le habíamos avisado a Lee que nos íbamos, nos tocó volver al plan inicial de buscar un nuevo cuarto, ya con pocos días disponibles.

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