Finalmente dimos con la casa de Peggy Dobbs, en Brixton, un sector de inmigrantes a media hora del centro.
Es una casa limpia, bien tenida, agradable. Ellos, la pareja Dobbs, viven en el “ground”, o sea lo que es para nosotros el primer piso. Y en el primer piso hay tres cuartos donde vivimos nosotros –los Uribe/Vásquez- y otros dos inquilinos. Uno inglés, que se llama Stewart, y otro, Richard, al parecer de Europa Oriental.
Hay tranquilidad, no se escuchan carros, pues estamos a unas cinco cuadras del sector movido, nos acomodamos en un cuarto que tiene ventana al jardín, donde hay matas bien cuidadas y flores diversas, y donde viven apaciblemente 6 gatos adultos. Porque adentro, en la sala de los dueños, juegan aún su infancia dos meninos de dos o tres meses que Peggy rescató de un sitio donde los maltrataban.
Los gatos no entran a los cuartos ni a los baños y están muy bien cuidados. Son lindos y consentidos y, como se imaginarán, ya se nos acercan casi todos y nos piden las caricias de rigor. Y a nosotros no nos tienen que rogar mucho.
Llevamos una semana donde Peggy y Sean. Bien queridos y respetuosos. Estamos amañados y aún nos damos golpes por ahí en las esquinas, contra los muebles, porque no tenemos el dominio del espacio todavía.
Aquí sí podremos esperarlos mejor. En serio.
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