miércoles, 26 de noviembre de 2008

Brighton, hermoso mar frío



 

Fuimos a Brighton para despedir a Luisa, quien regresaba a Bogotá después de su MA en Loughborough. Queda en la costa sur, apenas a dos horas de Londres.
La carretera es amplia, perfecta, con un paisaje rural de película, embellecido aún más por el otoño.
El atractivo de Brighton es el mar. Es desde hace años un sitio turístico de primer orden, pues recibe alrededor de 8 millones de visitantes al año, principalmente británicos.  
Se trata de una ciudad pequeña -intermedia diríamos en Colombia- unida administrativamente a Hove, otra ciudad pequeña, al pié del mar, cuidada, con mucho comercio artístico y artesanal, con pasajes comerciales llamativos y originales, con restaurantes, hoteles y pubs tradicionales. 
Se dice que Brighton es como San Francisco, en USA, pues se la reconoce como centro clave del movimiento gay en el Reino Unido.  
Comimos pescado ahumado delicioso, en un pequeño restaurante al pié del mar, en un medio día que amenazaba con lluvia. Pero no pasó de cinco minutos. Y recorrimos las calles, algunas plazas, los pasajes de vitrinas de diseño, los cafés y obviamente, el muelle y la playa cercana.  
Nos llamó la atención -como procedentes de la zona ecuatorial- que el mar helado y la brisa fuerte y fría resultaban bien interesantes. Muy atractivos. Un mar y una costa para vivir, lejos del calor sofocante y no solo para vacaciones! Rico Brighton.

Gonzalez-Foesters en la Tate Modern




Ahora llueve permanentemente en la Turbine Hall de la Galería Tate Modern de Londres. Claro, es un decir. 
La mitad de esa enorme sala, donde hace un año estaba la "Shibboleth" de la artista colombiana Doris Salcedo, ganadora de la Unilever Series, ahora se ocupa con la instalación enorme de la francesa Dominique Gonzalez-Foesters, la nueva artista seleccionada. 
La propuesta de Gonzalez-Foesters, llamada TH 2058, parte de una fábula: Ha llovido tanto en Londres, se supone, que las esculturas y los objetos en vez de podrirse, crecieron. Se agigantaron. Y hubo qué llevarlos bajo techo para su protección. Y en ese mismo espacio se dispusieron entonces camarotes y libros para que la gente se tendiera, descansara y leyera, en la huida de la lluvia eterna.
Ha sido la artista la autora de la fábula y de la instalación. Y ha dicho además que su propuesta tiene qué ver con el tema ambiental, la naturaleza y el futuro. Esculturas enormes -construidas en maderas y otros materiales pintados- casi que se pelean un espacio bajo techo, mientras una pantalla de cine muestra fragmentos de películas de ficción, conocidas unas y otras no.
Pero la fábula amarra. Es decir, retiene la imaginación del visitante que, después de pasar una cortina de colores se encuentra con ese mundo extraño que suena a lluvia sin fin y que protege del agua inmisericorde.
El espectador camina, toma fotos, recoge imágenes, observa con detenimiento lo que le impacta, se acuesta en algún camarote, lee o duerme. Esa es la parte más interesante: que la gente acepta la propuesta de descansar y relajarse. Pero el gigantismo está apenas justificado aquí por el supuesto de la lluvia que no cesa e hizo crecer las cosas inanimadas. Gigantismo que se ve desde abajo medio apeñuzcado, dispuesto de manera caótica. 
Quizás esa sensación de lluvia, de humedad, de sitio de refugio dadas las condiciones del medio en un supuesto 2058, sea el impacto pensado, calculado. Lo demás puede estar o no estar allí. Nada resulta indispensable, excepto las camas. 
    

Mahalia Jackson, gracias



Señora Jackson, mis respetos. Viene usted esta tarde, ya de noche en Londres, a recordarme su legado. Enorme además. Y yo la recuerdo a usted también desde hace muchos años en Bogotá, cuando una noche en casa de Francisco Yepes la escuché cantando unos gospel tremendos, herederos de la más cálida y contundente música religiosa negra en Estados Unidos. Desde esa vez la amo, señora Mahalia.

Lástima que se nos haya muerto hace ratico ya. Pero tenemos la suerte de conservar su música, su queja perenne, su voz de trueno, su capacidad de revolcarnos por dentro. Y ahora que la escucho en “Summertime”, debo reconocer que usted lo hizo muy bien con el jazz, en su estilo, claro. No había género vedado para usted. Pero en el gospel, como ya dije, en el soul, en el spiritual y en el jazz, usted estuvo esplendorosa, llena de gracia y de fuerza.

Por eso la recuerdo y la llevo conmigo, para siempre. Gracias sinceras entonces por su legado.  

jueves, 6 de noviembre de 2008

MA Film Making, Kingston - El día!!!


Yo creo que la ansiedad nos comenzó días antes de la presentación en sociedad del corto de Clau, The Galactic Girls. El cuatro de noviembre había sido establecido como día de la proyección de las 18 películas –cortos- realizadas por los estudiantes del MA film making de la Universidad de Kingston, en Londres, en el Curzon Soho Cinema.

Pero era Clau la más silenciosa y ansiosa. Después reconoció que era una especie de prueba de fuego, de quedar en evidencia. Pero Luisa –mi sobrina- y yo la animábamos porque estábamos seguros de la calidad de su trabajo.

Obvio, no se trataba de que The Galactic Girls fuera a cambiar el cine. Se trataba más bien de lo que el cine había cambiado a Clau en este año largo de intensa vida alrededor de ese mundo y de su complejidad. Porque si algo aprendí yo durante esta experiencia de cercanía a Clau cada día, es que hacer cine o video es difícil, complejo, duro, exigente. Y satisfactorio.


MA Film Making, Kingston - En el cine


Estuvimos en el Curzon Cinema, en el centro, a la hora establecida. Diez de la mañana. La gente fue llegando despacio. Como sin afán. Pero se sentía una especie de suspenso en el ambiente.

El espacio era bello, moderno, con cafeterías y bares en los dos pisos. Sala mediana  -para unas 200 personas- y sillas cómodas. A la entrada nos entregaron una hoja con el programa: Kingston University London, MA film making Graduation Screening, decía el encabezado. Dieciocho cortos –en realidad había dos largometrajes que debieron editar una especie de “resumen” en 10 minutos- y un receso en la mitad. Comenzaba Bus Stop (13 minutos), de Ruba Hatem, una estudiante libanesa, y terminaba The Galactic Girls (9.5 minutos) de Claudia Vásquez Ramírez.


MA Film Making, Kingston - El momento...


En el intermedio todos subimos al café a tomar algo. Saludamos a algunos que no vimos antes y nos sentamos con la animadora Hung-Yu Chen, de Taiwan, quien hizo su MA también en Kingston y colaboró en el corto de Clau.

Y claro, los comentarios eran sobre los cortos ya vistos. Que la historia, que la fotografía, que la edición, que los actores, que el sonido… lo sobresaliente y lo que dejaba preguntas. 

Bajamos a la segunda parte. Comenzaba London Vibes, sobre hip hop, del taiwanés Shih-Yun Su, más conocido para todos como Roter. Y llegamos finalmente al corto de Claudia. La ventaja de ser el último, la recordación. La desventaja, el cansancio de tres horas viendo películas.

MA Film Making, Kingston - ¡La foto final! -



The Galactic Girls cuenta la historia de cinco niñas, entre los 8 y los 11, que terminan jugando juntas un juego que solo una de ellas practicaba en solitario: ir al espacio. Las otras cuatro miraban de reojo las actividades raras de la protagonista, hasta que la siguieron y descubrieron su secreto.

Clau estaba ahora sí sudorosa, recostada sobre mi hombro. Hizo algunos comentarios sobre el color, sobre pequeños cambios inesperados, y me imagino que los 9.5 minutos se le hicieron largos y tensos. Porque ya se sabía de memoria cada plano, cada escena. Aplauso final y palabras super breves de Roy, de nuevo, para agradecer.

Todos los graduandos se encontraron en la puerta del Curzon para la foto de la historia. La despedida simbólica de las clases, talleres y grabaciones. Luego, después de los agradecimientos para los tres profesores presentes, Abbe, Mick y Roy, se fueron a almorzar al barrio chino y después a la cerveza de rigor, a un pub cercano.

La celebración fue más que plana, dijo Clau cuando llegó. Tampoco era una sorpresa.

¡Labor cumplida!