miércoles, 24 de diciembre de 2008

24 de cena y PC



Si escribo este post a las 12 de la noche del 24 de diciembre, algo serio está sucediendo. Primera vez que me sucede en la vida. 
Lo que pasa es que en Londres el 24 es un día para la rumba afuera o en casa. Las calles están muertas. El transporte público se cerraba a media noche y todos los que debíamos estar en casa -para no pagar un taxi- llegamos antes. Pero quizás lo que más extraño me parece es el silencio. La ausencia de música de la rumba, del ambiente de fiesta.
Nosotros tuvimos la suerte de estar en una cena fusión con una pareja de chinos, una pareja de japoneses y un anfitrión taiwanés. Li y Ariel, Miki y Eiko, Roter y nosotros dos. Explico de una vez: algunos de ellos se ponen en estas latitudes nombres occidentales para hacernos más fácil la vida.
Comimos rico. Nosotros llevamos, de entrada, chicharroncitos, patacones pintones con guacamole y crema agria con ajo y cebolla, y papas chorriadas. Roter y una amiga que se fue temprano prepararon varios platos: una especie de torta de coliflor con zanahoria y leche; un plato de pollo picado con zanahorias y camarones fritos; rollos de carne con cebolla, y una especie de albóndigas grandes al horno, en papel de aluminio, coronadas con medio huevo de pato.
Antes de comenzar, Roter nos ofreció un te chino con "perlas", unas bolitas de harina, cocinadas, blandas, parecidas a las gomitas, que le daban un sabor especial y sobre todo una sensación extraña y nueva. 
Luego, fuimos repasando la oferta dispuesta en una mesa pequeña, como cada quien quiso. En cualquier orden. Despacio, conversando, tomando fotos, comentando los sabores y texturas.
Y después nos tomamos un whisky con cocacola para humedecer una conversación larga y cortada por risas a carcajadas, pues ellos estaban hablando de peripecias y anécdotas de su magister en cine.
A las 10 de la noche nos vinimos para casa. En realidad, todos nos fuimos por la suspensión del transporte que tampoco funciona mañana 25. Es un descanso sagrado para todos, y la ocasión de un almuerzo tremendo en familia, al que estamos invitados aqui, en casa, con Peggy y Sean.
Mientras tanto, en el cuarto nos tomamos un vino y revisamos correos y demás antes de comenzar a llamar a las familias.
Merry Christmas.

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