jueves, 7 de agosto de 2008

Carnaval del Pueblo



El domingo 3 de agosto se celebró en Londres el más grande festival latino de cada año, que llegó a su décima edición: el Carnaval del Pueblo.
Como resulta obvio, se pretende reunir a la comunidad de Latinoamérica en un parque para que tenga la oportunidad de festejar, de encontrarse, de comer algo de su tierra o de los vecinos, de comprar regalos típicos y de escuchar su música.
Lo rico fue que el Carnaval comenzó con un desfile nutrido y bulloso, en el que aparecían grupos representativos de las culturas latinas, unos más vibrantes que otros es cierto. Miles de personas los iban aplaudiendo, como si presintieran de una vez la fuerza de la reunión en el Burgess Park, en la zona de Elephant and Castle, a donde fueron llegando todos.
La llovizna no opacó la fiesta. La gente fue guiada con claridad hacia los diferentes espacios: el escenario principal, la zona brasileña, la zona de la nueva generación, la zona andina, la zona de la salsa, el punto de encuentro mexicano, la zona colombiana, la zona de los niños y la zona de juegos.
En cada sito había puntos de venta de artesanías y de comidas. Incluso se "colaron" algunos restaurantes hindúes, árabes y tais. Pero todo resultaba válido y oportuno. Vale decir que la comida mexicana, la colombiana y la peruana eran las más solicitadas. Las filas eran respetables. Pero también es necesario reconocer que muchos alimentos se quedaron en las intenciones. Es decir, parecían ser lo que por dentro no eran. Siempre pasa.
Las músicas, en cada zona, tenían su público enardecido. Pero no se peleaban la una con la otra. Y el escenario principal presentaba los espectáculos en vivo, siempre tratando de ofrecer lo propio, lo que hace vibrar, lo que eriza los vellos.
Música y llovizna. Almuerzo y llovizna. Vientos fuertes y fríos como de un otoño adelantado. Pero nadie se movía.
El Carnaval del Pueblo reunió a miles de personas. Unos dicen que 10 mil. Otros que 20 mil. Vaya uno a saber en semejante parque. Lo cierto es que muchos ingleses y habitantes de Londres provenientes de otras regiones, estaban allí curiosos y alegres, gozándose la tarde larga del verano frio que fue bajando al final un poco los ánimos.
Latinos por miles y miles en Londres. En el mismo punto. Uf!
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Nota: Ni un café que valiera la pena en este Carnaval. Ni la sombra de la Federación de Cafeteros. Ni el rastro de la mula de Juan Valdez. En esta ciudad el café colombiano permanece escondido en algunos supermercados, y ya. Promoción? Mercadeo? Presencia? Penetración? Venta? Degustación? Cero.

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