sábado, 29 de diciembre de 2007

De la paz al Boxing Day

¡Todo el centro de Londres desierto! Nos lo habían advertido. El 24 no hay nada en la calle. Todo el mundo se va a sus casas. Y los que se quedan en bares, pubs y restaurantes desaparecen a media noche.

Por eso cuando salimos de la Abadía de Westminster nos encontramos en ese hermoso paisaje urbano desolado. Los ingleses se encierran, entre los amigos o familiares se toman un copa y comen dulces, y a la cama. Los regalos de los niños se entregan al otro día en la mañana y los adultos se intercambian obsequios a la hora del almuerzo, del gran pavo tradicional que se ha dejado en el horno una hora por cada libra de peso, adobado antes por supuesto y bañado en diversas salsas cada cierto tiempo. La fiesta de la navidad para ellos es el 25. Ese día la ciudad está casi quieta, silenciosa. Nadie en la calle. No hay transporte público.

El 26 es el día del descanso, del desenguayabe, para muchos. Pero sobre todo es el Boxing Day, el día en que todos los almacenes del país venden a mitad de precio aquello de la temporada de invierno, y de otras atrás, que se ha quedado represado. La procesión es interminable. La ciudad se ve llena de nuevo. Repleta.


Hay gente que madruga desde las cuatro de la mañana a hacer fila delante de los almacenes donde quiere encontrar el artículo de su sueño. Y a la procesión de los ingleses se suma la algarabía de los miles de extranjeros que buscan igualmente una oportunidad en un comercio atiborrado de opciones pero que en general es caro. Bien caro.

Navidad en Westminster


Como no había mucho que hacer en el centro de Londres el 24 de diciembre por la noche, decidimos entonces acogernos a la mejor opción: la misa de navidad en la Abadía de Westminster, a las 11:30. Eran varios los atractivos. Uno, conocer esa iglesia por dentro, que ya desde su exterior de gótico tardío es majestuosa. Dos, comparar la ceremonia anglicana con la católica. Y tres, escuchar el famoso coro de la Abadía, que esa noche iba a interpretar nada menos que la Missa Sancti Nicolai, de Franz Joseph Haydn.
Hacer la fila en las afueras, al pié de la Torre de Londres, con bastante frío, valió la pena. Hicimos una entrada ordenada, nos acomodaron y al momento comenzó un concierto de órgano que duró mientras todo estaba listo y se llegaba la hora en punto en la que el Muy Reverendo Dr. John Hall, Dean of Westminster, comenzaba la ceremonia. En el concierto, que hacía retumbar la iglesia, se escucharon obras de Bach, Grigny, Peeters, Messiaen y Dupré.


La cosa fue como asistir a una eucaristía católica. Casi igual. Algunos momentos de la ceremonia cambian de "puesto", pero las oraciones y las respuestas de los asistentes son iguales. Solo que en inglés. El atractivo en medio de la ceremonia, cuya solemnidad se aumentaba por el escenario mismo, era el coro. Tres voces de hombres y dos voces de niños, en una armonía perfecta, con el fondo del órgano.

Tuvimos la fortuna de escuchar, además de la música de Haydn, algunos villancicos clásicos, en los que se daba participación a los asistentes. Forest Green, melodía tradicional inglesa recogida por Philips Brooks en la segunda mitad del siglo XIX; Winchester Old, publicada en el salterio de Thomas Este en 1592 en versión de Nahum Tate, de finales del siglo XVII; Adeste Fideles, de John Fancis Wade, del siglo XVIII, traducida del latín al inglés por Frederick Oakeley en ,el siglo XIX; Noche de Paz, de Franz Gruber, en versión inglesa de Josef Mohr, en el mismo siglo, y una pieza de Felix Mendelssohn, primera mitad del XIX. Ese si fue un regalo de nochebuena.

Salimos de la Abadía a la una de la mañana y la ciudad estaba extrañamente solitaria. Muy poco tráfico. Casi nadie distinto a los que estábamos en la zona, pocos autos, cero buses y estaciones de tren y de metro cerradas. Nos tocó dar vueltas, de una estación a otra en busca de transporte, pues estábamos muy lejos de casa. Cansados, con frío y hambre y espantados por la sola idea de amanecer caminando por estos parajes desolados, tuvimos que tomar un taxi. Ese taxi fue el único lujo que nos dimos esa noche.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Navidad...¡qué tiempos!

Anoche escuchaba en Trafalgar Square un concierto de villancicos. Las sensaciones eran extrañas. Por un lado me conmovía la navidad, o mejor, el espíritu navideño, lo que esta época causa en las personas, todo lo que nos escarba. Pero, por otro, sentía pena. Es decir, dolor. Una sensación maluca e incómoda que ha hecho una cueva dentro de mí, carcomiéndome, desde cuando supe -hace unos días apenas- de la muerte trágica de uno de mis mejores amigos, Luis Alberto Lopera Restrepo.


Los villancicos tradicionales en inglés, festivos unos y melancólicos otros, me enfrentaron sin compasión con la película que me pasa por dentro, gracias a la cual automáticamente mi cerebro viene reconstruyendo todo lo que nos unió a Alberto y a mí. Y los resultados fueron malucos. Tristes.
Esta navidad, que ya se me había como aparecido en la mitad de camino, sin esperarla aún; que era una experiencia nueva en un país lejano; que ya me había hecho meditar sobre todo lo que me revuelca desde la infancia; que viene ahora a revolverse con el golpe directo a la cabeza que signfica la muerte de mi amigo, es bien extraña. Bella y fría, nostálgica y severa, liviana y densa.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Calzonarias por obligación


A veces, de sábado para domingo o en vacaciones escolares, mi mamá me dejaba ir a dormir donde mi abuela, que vivía a dos cuadras. Cuando yo era niño, para despejar dudas. Y en una ocasión, una mañana temprano, tuve la oportunidad de ver a mi abuelo Santiago cuando salía de su cuarto hacia el baño. Llevaba puestos una camiseta y unas calzonarias, es decir unos pantaloncillos que tenían mangas hasta los tobillos. Fue la primera vez en mi vida que veía tal indumentaria.

Ahora, cuando se acerca la fecha oficial de iniciación del invierno, el 21 de diciembre, y cuando han avanzado en la práctica el frío y los vientos, todo mundo tiene que ponerse esos pantalones interiores, en materiales térmicos, para poder resistir la temperatura. Si no, se sufre la sensación desagradable de sentirse emparamado con agua helada. Y cuando me los pongo por la mañana, apenas los días en los que tengo planeado salir, me acuerdo de mi abuelo y sobre todo cómo lo veía de ridículo. Ahora me tocó a mi.

Uno ve en las fotos de la prensa, que dedica en general páginas y páginas al mundo del espectáculo y al tema de la moda, a muchos y muchas de los famosos -por cuanta razón- llevando ropas ligeras. Pues además de que andan en carros con calefacción, y aquí hasta los buses la tienen, y se mantienen en lugares cerrados y calienticos, llevan también ropa térmica de marcas exclusivas, más delgada y fina que la que nos ponemos el promedio de los mortales.

Uno consigue calzoncillos de manga larga, camisetas, pantaloncillos corrientes, medias, e incluso plantillas especiales, pues si los zapatos no tienen una suela gruesa y labrada, el frío lo sorprende desde el suelo. Y lo mismo se ofrece para las mujeres. De todo. Así que por más deportivo, ligero, rozagante y guapo para el frío que parezca cualquiera, desde la estella del rock hasta el primer ministro, es porque lleva por debajo de la ropa otra capa de materiales calientes que le permite dárselas.

Ahora, para alguien que viene del trópico, resulta inevitable sentirse no arropado sino envuelto.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Notícula - Licores, lo que más roban en UK



Más de 1.6 billones de libras -3.200 millones de dólares- valen los artículos que al año se roban los británicos (y los que viven aquí, claro) de todo tipo de almacenes. Y lo que hurtan los propios empleados y temporales equivale a 1.4 billones, o sea alrededor de 2.800 millones de dólares. Esas cifran revelan que Gran Bretaña es el país europeo campeón en la materia.
Pero sorpréndanse: lo que más se llevan los británicos de los almacenes son licores. Y les siguen cuchillas de afeitar, CDs, DVDs, dulces y perfumes.
La cosa no termina ahí. Como todas estas pérdidas son trasladadas a los costos de las empresas, los que terminamos pagando somos los consumidores. Quiere decir que cada británico paga (en porciones pequeñas cada vez que compra) un promedio de 150 libras al año, contra el promedio europeo de 115.
Ahora, a causa de los errores de todos los empleados que intervienen en los procesos de compras y de ventas y manejan máquinas para el efecto, las pérdidas en el UK llegan al año a 3.8 billones de libras. El total mundial de pérdidas por esta razón es de 49.8 billones de libras, según el Centre for Retail Research and Checkpoint Systems.
El liderazgo lo lleva E.U., con 19 billones de libras. Le sigue Japón, con 4.8 billones, y de tercero está el Reino Unido. El cuarto es Alemania, con 3.3 billones de libras.

Notícula - 17 víctimas de puñales al día


Diecisiete personas resultan víctimas de acciones criminales con cuchillos , puñales o navajas cada día en Londres, reveló un estudio. Entre abril y junio, 1.580 fueron víctimas en riñas, asaltos o enfrentamiento de bandas. Eso quiere decir que solo en la capital ocurre más de una cuarta parte del total de este tipo de delitos en Gran Bretaña.
Los detalles, según la Freedom Information Act, incluyen 24 asesinatos, 339 heridos y 1.134
atracos y asaltos. Las autoridades no cuentan aquí muchas otras acciones de violencia o amenaza con cuchillos, en las que no resultan heridos o de los que no se presentan reportes. En todo el país, según la policía, en los tres meses citados se cometieron 5.500 actos violentos con navajas o cuchillos.
El jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Ian Blair, el mismo que anda en problemas serios a causa de la muerte, a manos de sus agentes, de un ciudadano brasileño inocente, dijo que resulta "totalmente inaceptable" que la mitad de las personas vayan por la calle llevando navajas.

lunes, 3 de diciembre de 2007

La dictadura del tiempo

El tiempo rige la vida cotidiana. Eso por aquí es una verdad de perogrullo. Es decir, uno tiene que estar pendiente del bendito tiempo y de sus estados de ánimo. Porque cuando menos piensa las condiciones cambian y de pleno sol frío se pasa sin misericordia a total bóveda celeste encapotada, gris por todas partes, cerrada y también fría. O a un aguacero que aparece como fantasma.

La paradoja rica es que cuando hacen sol y viento, el resultado es frío sin contemplaciones. Las temperaturas en este país ahora están entre los 2 y los 9 grados, dependiendo de la hora del día, pero sobre todo de los vientos. Y cuando el firmamento está cubierto totalmente, tanto que no se permite la más mínima grieta de luz del sol, aunque haga viento resulta menos frío.

Ahora, a las 4 de la tarde comienza a oscurecer y a las 4:30 es de noche. Noche larga, a la que se aprende a sacarle partido a pesar del desconcierto de las primeras veces.

Otro fenómeno de maravilla son los vientos. La entidad encargada del estudio y de la previsión del estado del tiempo dijo que este fin de semana habría vientos fuertes, entre las 50 y las 70 millas por hora. Eso es bastante. Y los hubo, a ratos, por rachas. Hubo un muerto, varios heridos y daños surtidos. Los pinos y otros pocos árboles aún verdes se iban de lado y se sacudían con fuerza. Nadie estaba en la calle entonces. Vientos huracanados y chubascos repentinos, breves. Todo quedaba barrido y húmedo.

Ya se anunció que este invierno -porque para todo el mundo ha comenzado el invierno aunque la fecha oficial sea el 21 de diciembre- va a estar moderado. No habrá nieve -lástima- pero en su defecto tendremos vientos arrasadores y lloviznas que parecen volverse tempestades.


viernes, 30 de noviembre de 2007

Notícula - Maletas perdidas



Uno de cada 10 pasajeros de avión, en el Reino Unido, deja olvidadas o pierde sus maletas, según reveló uno de tantos estudios que se hacen a diario por aquí.

Es, además, el dolor de cabeza más frecuente entre dichos pasajeros y es lo que, al tiempo, les arruina las vacaciones, las fiestas, el puente o el simple regreso a casa.



El 57% reconoció que entregaron sus maletas en vuelos equivocados.

El 27% fueron embolatadas por las propias aerolíneas, y
El 8% reconoce que las dejaron en algún lugar, por olvido.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Notícula - delitos en los buses


El alcalde de Londres, Ken Livingstone, está preocupado por un aumento -3.4 por ciento- de contravenciones y delitos en los buses de la ciudad, en el último año. Y en esas categorías se incluye desde el daño físico a los vehículos hasta la agresión a pasajeros y los robos.

Lo que más se incrementó fue la agresión contra las personas, que pasó del 22 al 25% -4.167-. Los robos bajaron del 16 al 13%, -2.113-. Las ofensas sexuales siguen en el 1%, y los casos relacionados con drogas subieron al 2%.

De todos modos, las autoridades creen que las cámaras de video que se instalaron en todos los buses ayudan a hacer más segura esta modalidad del transporte en la ciudad, cuyos pasajeros aumentaron un 7%.

Cada día tres buses nuevos se integran a las rutas de Londres.

Con respeto y fervor

Mose Allison. Un tipo desconocido para la mayoría. Pero yo lo quiero. Resulta, para entrarlos al tema de una, que en el jazz se ha sufrido de cierta escasez de voces masculinas, en comparación con la cantidad increible de mujeres que han grabado con reconocimiento, y que se han convertido en figuras y para siempre. Aún así, nadie daba cinco por un cantante blanco que se atreviera a cantar jazz. Muchos de quienes ensayaron -que los hubo- se quedaron en los registros de salones y clubes, si acaso. De pronto en algunas grabaciones. Quizás mencionados en antologías.


Alguien diría que Sinatra fue el genio. Si, de pero de la canción en general. De la canción gringa sobre todo. En el jazz estuvo poco. Hasta que lo arrastró la fama, sin más. Pero en realidad el hombre blanco que canta jazz con "voz de negro", como se le ha dicho, es Allison. Escribe canciones de esas que se pegan del cuerpo, una mezcla preciosa entre el blues y el jazz. Por eso lo quiero y cada que lo escucho me encanta más su voz pegajosa, informal, íntima, quejumbrosa. De maravilla. Además, toca el piano como utiliza su voz, con ese sonido que se va debajo de la piel, que quiebra los sentidos.


Allison nació en el delta del Misisipi y desde los 5 años estuvo del lado de la música. Ha recibido tantos reconocimientos como grabado discos, ha compuesto sus propias canciones y muchas de ellas se han llevado al rock y otros géneros. El director británico Paul Barnays realizó sobre este músico un documental titulado “Mose Allison, Ever Since I Stole the Blues”, para la BBC. Recientemente se han publicado antologías y remasterizado sus canciones viejas. Vive actualmente en Long Island, N.Y., con su esposa Audre, con quien tuvo cuatro hijos. Todavía escribe y realiza conciertos con su propio grupo
Mi tributo entonces a Mose Allison, a quien acabo de escuchar con respeto y fervor.


lunes, 26 de noviembre de 2007

Notícula - Respiro a bibliotecas

Ochenta millones de libras, unos 165 millones de dólares, provenientes de las ganancias de la Lotería, serán repartidos en alrededor de una docena de bibliotecas zonales en el Gran Londres, según publica la prensa.
La determinación contrasta con las dificultades por las que pasa la famosa Biblioteca Británica, una de las más grandes y valiosas del mundo, pues no solo no le aumentan el presupuesto hace varios años, sino que la han amenazado con recortarle dineros. Tanto, que la BB adelanta una campaña entre sus amigos y usuarios para que hagan donaciones de cualquier monto.

La Biblioteca Británica ofrece un fondo de más de 13 millones de títulos en sus diversas colecciones; 9 millones de artículos de más de 20 mil periódicos, 90 mil pinturas y partituras de valor histórico, y 10 millones de grabaciones, entre otros.

martes, 20 de noviembre de 2007

Otra vez por cuenta de la música


Otra vez por cuenta del jazz se me crispan los vellos. Es como lugar común pero me viene al dedillo. Me pasa, simplemente. Primero, una vieja canción, cuyo nombre se me escapa, interpretada por Joe Williams. Talvez no hay voz masculina en el jazz como la de este tipo. Tremenda. Con fuerza. Capaz de susurrar y de contar y de paralizar. Creo que era una canción de los 40. Pero hermosa. Y luego, sin que tuviera mucho que ver pero ahí sonaba, una composición de Compay Segundo, quizás la más célebre obra del viejito maravilloso aquel que nos dejó un legado inusual, para siempre. Esa canción me hizo recordar, después de que la escuché, que un señorón bogotano, muy refinado él, se burlaba de ella en una columna de opinión que le publicaron en El Tiempo, porque cómo le iban a cantar eso que habla de "se me sale la babita" al Papa Juan Pablo II -que descansa en paz por fortuna- en su visita a Cuba. No me digan que "Chan Chan" no es fuera de serie. Y enseguida, en cadena, Sinatra en sus buenos tiempos, cuando cantaba jazz del lento, de ese que se pega de la piel y lo arropa a uno, lo defiende del frío y de la soledad y le deja una sensación de quietud mística. Ese Sinatra sí que es poderoso. Pero se necesita tener el oído dispuesto a escucharlo para no sentir tedio. Porque el tedio se siente si ese jazz no llega adentro, a la raíz del diafragma que nos hace respirar y suspirar. Y para colmo, yo aquí, en esta Londres fría ya en el último mes del otoño -dicen que ha sido uno de los más hermosos en los últimos años- en este cuarto tibio que me permite escribir sin chaquetas encima, sin pesos adicionales, sin cubiertas. Y eso es una sumatoria entonces, sensaciones que se mezclan y lo revuelven a uno, sin piedad, ricamente, sin dolores de nada ni remordimientos. Todo eso me hizo recordarlos.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Notícula - Gobierno presenta excusas









Nada menos que la ministra de asuntos domésticos, la señora Jacqui Smith, presentó excusas hace días ante los británicos porque las estadísticas que se divulgaron sobre el aumento de la inmigración, desde 1997, estaban erradas.
Desde esa fecha, el Reino Unido ha aceptado 1.1 millón de inmigrantes, 300 mil más de lo convenido con el parlamento. En términos de trabajo, los extranjeros se han hecho al 40.7 por ciento de los 2.7 millones de empleos creados desde entonces.
La ministra Smith dijo que lo importante es que en el país se hayan generado precisamente esos 2.7 millones de empleos desde 1997.
¡Qué envidia! ...de la buena.

Notícula - Chalets ilegales al suelo


Alrededor de 250 mil casas de vacaciones y recreo de británicos podrían ser demolidas en España, según dijo la prensa local, pues el gobierno de la Península se propone derribar aquellas residencias, chalets, piscinas, bares, restaurantes, comercios y hoteles que han sido construidos a menos de 100 metros de las playas, lo que es ilegal.
Se calcula que un millón de británicos poseen casas en España. Pero los afectados con la decisión son los dueños de chalets en Alicante, Málaga, Canarias, Baleares, Murcia, Almería, Barcelona, Valencia, Cádiz, Granada, y otras poblaciones costeras.
De todos modos, el gobierno español indemnizará -aunque no en cien por ciento- a los propietarios.

martes, 13 de noviembre de 2007

Migratorias por miles


Uno de los espectáculos más hermosos y conturbadores de estos días, por estas tierras del suroccidente de Londres, es el paso constante de bandadas de cientos y miles de aves migratorias.

Vuelan a media altura, en grupos de diverso tamaño, tratando de no ir de frente contra el viento helado. Su dirección es siempre del nororiente al suroccidente, y se ven por los cielos de Morden al final de las tardes.

No se qué aves son. Por su tamaño pueden ser patos, gansos, cigüeñas, en fin. Pero las que pasan por aquí parecen siempre las mismas. Uno piensa si vienen desde muy lejos, si han descansado, si han podido encontrar el lugar en el que reposaron o se alimentaron el año anterior, si llegarán a su destino. Ellas, empecinadas, llevadas sin freno por un mandato de la naturaleza, buscan tierras menos frías para pasar el invierno y tener sus polluelos.

Muchas de estas aves, según los entendidos, vuelan miles de kilómetros cada vez. Para ir y para regresar. Y se calcula que la mitad de ellas mueren en el esfuerzo.

Bello espectáculo este de la migración de las aves. Motivo de reflexiones. Bien profundas.

'Bonfire': polvora por doquier


El primer fin de semana de noviembre esta ciudad se llenó de pólvora. Y aún se queman voladores. Se trataba del 'Bonfire', o fuego bueno, una tradición de más de 400 años según la cual se conmemora con fiestas y fuegos artificiales, 'fireworks', controlados e inofensivos en principio, la historia de Guy Fawkes, un fanático católico que prendió fuego a lo que hoy equivaldría al parlamento, pero fue controlado por la gente. La celebración quiere oponer un fuego bueno, positivo, entretenido, al fuego devastador y perverso.

La pólvora se vende al público, a mayores por supuesto, en sitios controlados. Se trata de pólvora producida industrialmente, segura y costosa. Pero lo fuerte de la conmemoración son los espectáculos de juegos artificiales en parques y lugares abiertos, por doquier, que se pueden ver gratis desde lejos pero a los que hay que pagar si se quiere estar en primera fila. En muchas partes hay música en vivo que armoniza o va en consonancia con los fuegos.

Aquí van, entonces, unas imágenes.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Esta casa es un caso

Llevamos como mes y medio aquí en 48 Love Lane, y estamos bien lejos de conocer los vecinos de la casa.



En el segundo piso hay tres cuartos. En el más pequeño vive "Oscuro", de cuyo nombre no estamos seguros y por eso le decimos así. Sabemos que es africano, de Ghana, pero tampoco tenemos idea en qué trabaja. Se viste de sport, a veces medio rapero sin lujos, y es un hombre no propiamente alto pero acuerpado, de facciones pulidas y callado. Apenas saluda a quien se encuentra camino al baño o a la cocina y se encierra como un monje a escuchar música hip-hop, y a ver televisión. Por fortuna, utiliza un volumen muy moderado.
Pero en lo que no tiene consideración es en la cocina: deja todo salpicado y no limpia. Y chorrea el baño, dos veces a la semana por esta época, cuando se da una ducha. Sabemos que come pescado frito y pizza que trae o pide por teléfono, y los fines de semana hace arroz blanco que después combina con carne de res o pollo cocinados en pasta de tomate en cantidades industriales.



En el otro cuarto vive "Claro", de quien tampoco sabemos el nombre. Y lo mismo: apenas saluda entre dientes cuando se cruza con alguien en el camino. Es separado y los fines de semana trae dos niñitos, como de tres y dos años, que a veces hacen su respectivo berrinche pero con moderación. "Claro" los saca en su carro -un BMW viejo pero bien tenido- que estaciona al frente de la casa todo el tiempo. Les compra cosas y les carga los juguetes y bien, los jonjolea con entrega.

Por lo blanco y por el acento, Clau dice que debe ser irlandés o escocés. No tenemos ni idea ni le vamos a preguntar por ahora. Yo, personalmente, apenas medio le entiendo alguna frase, de las pocas que dice, pero en general me deja mirando para el techo. No utiliza la cocina sino para lavar trastos, pues come enlatados en su cuarto; lo mismo los niños. Trae enlatados al por mayor del supermercado. No lo sentimos escuchando música. Mantiene el televisor prendido y la mayor parte del tiempo juega a los carros de carreras en su tv.



En el otro cuarto, el mejor del segundo piso, viven los dos colombianos. El tipo se la pasa ahí en la semana, en general, aunque a veces sale a caminar un rato o a traer algo que les hace falta. En las noches, espera a su esposa en el paradero del bus o del tren -si no está lloviendo, claro-. El fin de semana casi siempre salen juntos después del medio día y vuelven en la noche. Son como tranquilos, mantienen un computador prendido, en el que gorrean internet inalámbrica, escuchan música y ven algunas cosas de la televisión gratuita por internet, que es remala.



Ellos sí utilizan la cocina -se adueñan de ella durante el día- y el patio para extender la ropa. El tipo mayor cocina mientras la mujer va, al parecer, a la universidad. Fue lo que dijo recién llegada. Después les cuento en detalle lo que cocinan y comen, que no es gran cosa, por demás. Hablan español y aunque nadie sabe dónde exactamente queda Colombia, todos tienen claro que son latinoamericanos.

Y en el primer piso, en el mejor cuarto de la casa, que resultó de unir la sala y el comedor, viven dos albaneses -sí, de Albania, un país que hizo parte de la por fortuna ex Unión Soviética-. Hablan un idioma incomprensible, como todos los de las naciones balcánicas, que nosotros llamaríamos albanés, pero que ellos llaman sish, o algo así. Se defienden lo básico en inglés y son formales aunque también viven encerrados. Y se entiende porque en la casa no hay espacios comunes distintos al baño o a la cocina. Saludan más afablemente y añaden algún comentario. Cocinan sus cosas y tragan que da miedo.

No sabemos sus nombres. Nos damos cuenta por la correspondencia que tienen nombres de origen latino con consonantes adicionales al final, y apellidos de la zona. De la de ellos, obvio. Son blancos, no tanto como los ingleses, de cabello oscuro y contextura media.
Bueno, este es el zoo de la casa 48 Love Lane, en Morden. Cada quien en su jaula, haciendo su vida, armándola, sin irrumpir en la de los vecinos. Ni lo mínimo.

El día es ya de noche



No pretendo parodiar el título de una película que se está presentando aquí -"30 días de noche"- pero no tengo remedio. Son exactamente las 5 de la tarde, hoy lunes 5 de noviembre, y está oscuro. Esto, para un terrícola de la zona tórrida, como yo, es un cambio radical. Y eso que falta. Los que saben del tema dicen que cada día anochece tres minutos antes y amanece otros tres después. En enero- febrero tendremos los días más cortos del año. Habrá que verlos, si es que tenemos tiempo.
El otoño avanza con paso decidido. Hay amaneceres hermosos, soles de medio día veraniegos y crepúsculos grises, con frecuencia curtidos por colores fuertes, por ráfagas de amarillos, naranjas, rojos, alucinantes. Y ese cambio de colores se apodera de muchos árboles, lo que vuelve los paisajes breves, cambiantes. Los árboles que la semana anterior estaban verde-amarillos, ahora ya son casi rojos o han formado una alfombra de hojas secas y húmedas alrededor de tu tallo. Esa escena de árboles con hojas que cambian de colores y pisos sembrados de hojarasca, es preciosa.

El otoño aumenta su severidad. La mayoría de la gente ya sale, en la tarde, con abrigo, con sombreros, gorros, bufandas y guantes. Claro que no falta el inglés con cervezas de más que lleva el saco en la mano, o la sardina que sale a la calle en minifalda, sin medias, como si estuviera en verano.

El otoño arrecia sus temperaturas. Días entre los 5 y los 17 °C, y noches entre los 10 y los 3 °C. Con variantes en todas las regiones y ciudades del Reino, imcomprensibles para nosotros, calentanos que se arman de valor y de saco para enfrentar la temporada fría, una experiencia radical que trataremos de disfrutar como sea.